sábado, 3 de noviembre de 2012

El consentimiento al poder



El Barón de Montesquieu no se equivocaba al afirmar que el príncipe “no recibia sino una delegación restringida de autoridad por parte de sus gobernados, en aras de la utilidad publica, y que un abuso del poder por parte suya le traía como consecuencia el rompimiento del convenio que el pueblo le imponía, y ligaba a los sujetos de sus deberes de obediencia.”
Y es que el contrato social no es un acto de caridad por parte de los gobernantes, sino que es una responsabilidad y una delegación de funciones que se construye por parte de la población, sin cuyo reconocimiento, no hay legitimidad ni estabilidad dentro del estado.
El poder político que es percibido como legítimo será mayoritariamente obedecido, mientras que el percibido como ilegítimo será desobedecido, salvo que se obtenga obediencia por medio de la violencia del Estado.
La legitimidad política se podría entonces definir desde dos perspectivas: la de quien obedece y la de quien manda.
1.       Desde la perspectiva de quien obedece, será legítimo aquel gobierno que accede al poder (legitimidad de origen) y lo ejerce (legitimidad de ejercicio) cumpliendo los requisitos que los que obedecen creen que tiene que cumplir para mandar.
2.       Desde la perspectiva de quien manda, será legítimo aquel gobierno que accede al poder y lo ejerce haciendo ver a los que obedece que cumple los requisitos para mandar.
Fuentes:
1.       Teoría constitucional e instituciones políticas Vladimiro naranjo meza editorial TEMIS año 2006


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